Nuestro trabajo con los refugiados y los desplazados internos es una de las tareas más complejas, difíciles y sentidas, que tenemos. También es uno de los más gratificantes.

Trabajamos en las caóticas zonas de guerra, cuando las familias huyen de la violencia a pocos kilómetros de distancia. Pero también trabajamos en la tranquilidad de los tranquilos pueblos de montaña, donde reasentamos a las familias, a un océano de distancia de sus hogares.

Seán cuales sean las circunstancias, es una obra de amor y misericordia, que nos trae una gran alegría a nosotros y a las familias con las que trabajamos.